Gala de estrellas
Por Evangelina Osio
Elisa Carrillo hizo el milagro. Febrero 20 del 2012. El Palacio de Bellas Artes se revistió de excelencia. En un abarrotado Palacio de Bellas Artes una docena de bailarines, de altísimos nivel dieron vida a la Gala de Ballet. Elisa y Amigos, Apasionados de la Danza, patrocinado por El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes.
Las Galas de Ballet siempre han producido en la que esta nota redacta, emociones encontradas. Le pueden dejar al espectador la sensación de estar frente a una función realizada con fragmentos extraídos de su contextos. Como si se tuviera una rica tela bordada con finas cuentas, pero cosida a trazos toscos.
Generalmente son episodios de los ballets de largo aliento, u obras de coreógrafos importantes. De ahí el riesgo de que el total en su conjunto, pueda ser desigual, carente de ritmo. Es una especie de toma y daca implícito: el espectador, recibe un pas de deux, al que se le extrae escenografía, contexto e historia. Carece además de la fastuosidad que acompañan a las grandes producciones. A cambio, los bailarines, tienen la responsabilidad de brillar por su virtuosismo y belleza. Nada debe fallar. Todo debe de acercarse a la perfección.
Carrera de vértigo. Talento es trabajo
La trayectoria de Elisa ha sido acelerada. Nace en Texcoco, Estado de México en 1981, inicia sus estudios en la Escuela Nacional de Danza Clásica del INBA. (1990-1997) Posteriormente es becada por instituciones mexicanas para estudiar en la English National Ballet School en Londres (1997- 1999) Lo demás es consecuencia de su tesón y talento. Arranca en línea ascendente por el difícil y muy competitivo terreno del mundo de la danza: Ballet de Stuttgart (1999-2007) En el año 2007 ingresa como cuerpo de baile en la Ópera de Berlín, donde desde el año pasado fue nombrada Primera Bailarina. De ahí al mundo.
La Blancanieves mexicana.
Elisa Carrillo es de las pocas mexicanas que actualmente destaca a nivel internacional. A sus treinta y un años, de los cuales quince ha vivido en Europa, ha recibido múltiples reconocimientos y premios como la Medalla Pushkin por parte del gobierno ruso. En el pasado mes de julio fue nombrada Primera Bailarina de la Ópera de Berlín. La revista ProMéxico la señala como una de los diez mexicanos que hicieron memorable el año 2011 y como una de las cincuenta personalidades más importantes de la Ciudad de Berlín.
Su participación en el rol como Blancanieves del francés Angelin Preliocai, en la Ópera de Berlín, fue noticia en Europa. La capital berlinesa se adornó con la imagen de una sugestiva Blancanieves que hipnotizó por su sensualidad y belleza. La fotografía muestra a una mujer de largos cabellos, desnuda del torso, recostada sobre un fondo de manzanas rojas. Semejante escena nunca existió en el foro, pero Elisa se llevó palmas y reconocimientos en la obra, con vestuario a cargo de Jean Paul Gautier.
Honor a quien honor merece
Foto: Christa Cowrie
Es justo calificar a Elisa Carrillo como una bailarina excelsa. Además de su figura, resultado afortunado de genética y trabajo, está dotada de sensibilidad y por la expresividad de su técnica. Elisa es bella de la cabeza a los pies. Cumple con creces los cánones de plasticidad que cualquier compañía de ballet demanda. Notables las proporciones de sus extremidades largas, finas y perfectamente labradas. Todo en ella es armonía, cuello, rostro, empeines, manos.
En su piel morena y de cabello obscuro destacan sus ojos grandes y expresivos. Llama la atención la certeza de sus palabras cuando habla, así como la mirada, esa que no miente, cuando de mostrar claridad e inteligencia se trata. Sin embargo cuando Elisa realmente brilla es al danzar. Allí se explaya sin reservas. Desaparece la gravedad, y todo se conjura para mostrar lo que natura y trabajo y más trabajo pueden alcanzar. Arte y belleza. Ni hablar. Honor a quien honor merece.
Noche de Gala en duelo de titanes
Alboroto y expectación. Bellas Artes engalanado. Durante tres horas el foro de Bellas Artes fue sede donde una docena de bailarines en un especie de duelo se debatieron en una faena dancística de altos vuelos. Teatro lleno. Dos mil espectadores. Elisa invitó a solistas de talla mayúscula. Todos integrantes de compañías mayúscula también: Ballet de Kiev, Stuttgart Ballet, New York City Ballet, Opera de Berlín, y la agrupación de la casa, Compañía Nacional de Danza. Esfuerzo notable.
Entre saltos y tropiezos
Foto: Christa Cowrie
Sin embargo y a pesar de que las condiciones parecían inmejorables la Gala no
Levantó vuelo cabalmente. No permitió a la Primera Bailarina, lucir como era de esperarse. Por contradictorio que resulte, tantas cualidades no lograron del todo dar en el blanco. Tal vez una especie de democracia mal entendida dio al traste con el objetivo de la noche. Tal vez, un exceso de generosidad hizo que la participación excesiva de los invitados, desnivelaran el frágil peso de la balanza. Diez y seis presentaciones aunado a que las piezas elegidas para Elisa no resultaron las óptimas.
Larga e irregular la función transcurrió entre una serie de duetos y solos. Diferentes coreógrafos, diferentes conceptos y un núcleo de bailarines entre las que Elisa no logra particularmente resaltar. Vimos a una Giselle- Elisa, bien. Así , a secas. Mientras que su compañero el ruso Semyon Chudin, se expandió con aplomo y brillantez.
De muchísimo más calibre resultó su interpretación en la obra del coreógrafo Willam Forsythe. In the Middle, Somewhat Elevated, fue la obra en la que Elisa y Mikhail Kaniskiin, bailarín ruso y su esposo, se lucieron. Rápidos y precisos, destacaron en una obra abstracta con toques de dramatismo.
Le Grand Pas de Deux. Por el terreno de la risa involuntaria
Foto: Christa Cowrie
Con su esposo el ruso Mikhail Kaniskin, interpretaron un dueto de Mauro de Candía. En una parodia, supuestamente cómica, la pareja, enormes intérpretes, se deshicieron en una pieza que desbarranca en el terreno de una comicidad pantomímica. Con la gracia de una película muda de los años veintes, la pareja parodian las reglas del ballet. Tropiezos, pies flexionados, caídas supuestamente cómicas. Con gafas, bolsa de mano, zapatillas de satín, la bella Elisa, se desplaza cómo si un mago malo la hubiese transformado en una parodia de si misma. ¿Será que mis ojos están empañados y han trastocado mi sentido del buen gusto? El público sin embargo aplaudió con singular alegría. Elisa una vez más hizo el milagro.
Y para rematar…La Llorona
Anunciada con bombo y platillo fue el estreno de La Llorona,. Con música tradicional mexicana, y coreografía de la rusa Xenia Wiest. Los trovadores de Rogelio Gaspar y la soprano Gloria de la Cruz, ubicados en el proscenio. Iniciaron el tradicional canto. Por más que hurgo en mi buena voluntad no encuentro puntos de acierto. Vaya, ni siquiera cumple con los principios de una modesta pero adecuada pieza de danza moderna de los sesentas. Iluminación plana, pero fundamentalmente la ausencia absoluta de coreografía, de lenguaje, dieron al traste con el final de la muy larga función. La bella Elisa Carrillo, vestida de blanco, camina, ve con afecto a los ojos de cantante y trovadores, se quita el reboso, camina……hace un movimiento de brazos,un pálido developé, camina…..y tán tán. Se trata más bien de un juego que se autonulifica al no establecer contextualidad ninguna sino únicamente una serie de líneas que se disparan impotentes: energía derrochada, digna de mejor destino..
Dirección Artística. Talón de Aquiles
Foto: Christa Cowrie
Más aún. El afamadísimo bailarín y actual director de la Staatsballet Berlín, (Ballet de la Ópera de Berlín) el ucraniano Vladimir Malakhov, ejecutó, literalmente ejecutó La Muerte del Cisne. La falta de dramatismo de una obra tradicionalmente bailada por Primas Ballerinas resultó deslavada y opaca. La iluminación se encarnizó sobre el torso y abdomen de un Malakhov que a sus cuarenta y cuatro años, muestran lo cuidadoso que debe ser en lo que baila. Más aún en lo que viste …o desviste. Ni hablar, hay de etapas a etapas. ¿Será que aún conservamos en la retina y en el corazón la fuerza de aquella Muerte del Cisne del bailarín mexicano Javier Salazar, quien dirigido por el francés Michel Descombey hacía cimbrar foro y audiencia?
Impactantes por su presencia e impecable ejecución de Anastasia Matvienko, y Denis Matvienko del Ballet de Kiev , así como de Dinu Tamazlacaru del Ballet de la Ópera de Berlín. Notabilísima la actuación de Nadja Saidakova también de la Ópera de Berlín y de Evan McKie del Ballet de Stuttgart.
Grand Defile
Foto: Christa Cowrie
El saludo para finalizar, coreografiado por Vladimir Malakhov y la propia Elisa fue un desfile de proezas técnicas. Cada uno de los integrantes, volaba, giraba. Siguiendo el patrón de sus personajes. Las primeras figuras, excepcionales sin duda, antecedieron la salida de la Prima Ballerina. Finalmente ahí está. Elisa reina de reinas. El Palacio de Bellas Artes se vino abajo. Aplausos, lluvia de flores, ovaciones. Emocionada Elisa respondió con su innegable manejo del escenario las demostraciones de un público que emocionado y de pie la aclamaba:
¡Elisa, Elisa,! E L I S A!